Campo abierto, arte vivo

En Primera Persona, Escultura, Museos, Noticias

Por Gastón Fournier – Curador de Arte & Artfluencer

A veces, lo más memorable sucede lejos del ruido. Del ruido de la ciudad.

Como intuyó alguna vez Christopher Morley: “El lugar más maravilloso del mundo está lejos del ruido, lejos de la ciudad.”

Así fue mi experiencia en MuseoCampo Cañuelas, ese ambicioso proyecto de Fundación Tres Pinos que despliega 35 hectáreas de campo cuidado, casi modelado como una escultura en sí misma: arte, naturaleza y cultura, en una geografía que respira belleza serena.

MuseoCampo es el primer museo argentino de esculturas a cielo abierto dedicado al arte contemporáneo y con una caminata de dos kilómetros, entre especies nativas y praderas invita a una inmersión lenta, casi meditativa. El paisajismo escultórico, diseñado con inteligencia sensible por Ernestina Anchorena, es el arte de ella. Es un poema curvo, la premisa es clara: la naturaleza no tiene líneas rectas, y esa filosofía serpenteante se siente en cada curva del recorrido. La lógica amable del paisaje abraza cada obra, como si brotara de la tierra misma. Es una mirada del campo pulido, cuidado.

La colección permanente de Fundación Tres Pinos dedicada al arte moderno y contemporáneo, alberga esculturas realizadas por artistas de la talla de Noé, Ferrari, Badíl, Bastón Diaz, Zech, Stoppani/Legavre, Chaile, Landet, Paredes, Papaleo, Tassino, Minkiewicz DOMA, Sicura, Bernasconi y Parra Toro, entre otros.

Detrás de una gran foresta verde, se emplaza el edificio central -de primer nivel-, donde conviven tesoros de arte moderno y contemporáneo argentino. Una joya museológica de 1.200 metros cuadrados— donde descubrí maravillas gráficas, obras de artistas queridos y –para mí – nuevos tesoros, pero se los cuento en un rato. A modo de “spoil alert”, planean abrir un hotel. En otra área, ya se ven las bases de futuros salones de conferencias. Y siguen proyectando y soñando. Expansivos.

Tras dos intentos fallidos, finalmente concreté mi visita. Y no fue solo el arte el que me esperaba: también Christopher Fasoli, gerente general del museo, con quien pude al fin intercambiar un abrazo cálido -tropezado y genuino- como los que sellan las afinidades aún no vividas.

Pero empecemos por el principio del recorrido…La primera escultura monumental es la de Andrés Paredes, “Recuerda que sabes volar”, es una metáfora expandida: una mariposa de hierro —la limonera, emblema de la zona— que representa el vuelo luego de la metamorfosis. Desde sus primeras exposiciones en el Recoleta con sus mariposas de gran tamaño en papel, luego en ArteCo Corrientes, venimos viendo a Paredes desplegar su imaginario onírico, ahora coronado con esta pieza poderosa.

El espacio de Residencias Artísticas, a pocos metros del ingreso, ofrece una dinámica viva: artistas invitados o seleccionados pueden habitar, crear y exponer en un entorno que, más que inspirar, interpela. En esa casa de artistas, el campo se convierte en taller. Allí nomas, me encontré con obra de artista en residencia, Matisto, sus “smiles horneros”, captaron mi atención y los reconocí, de inmediato.

Metros más adelante, como si fue era un granero olvidado, una puerta entreabierta, una cortina negra…y detrás, la obra de Luciana Lamotherepresento a la Argentina en la 60 Exposición Internacional de Arte La Bienal de Venecia 2024. Su estructura pendulante, flotando en la nada, se erige como un arca de luz: un refugio poético donde todavía podemos creer en la redención, en la posibilidad de lo nuevo… donde lo blando se hace duro y lo duro, blando.

La caminata deparaba más hallazgos. Me detuve, emocionado, frente a “70 veces 7” de Gabriel Chaile.

Una estructura cúbica de hierro y ladrillos —elemento tan primario como simbólico— que primero vibró en el MARCO de La Boca y hoy reposa aquí, en Cañuelas, como un tótem de sentido. Chaile trabaja el ladrillo no solo como materia de construcción, sino como memoria cultural: sus siete agujeros son respiraciones abiertas, espacios de diálogo entre el hombre, la naturaleza y el tiempo.
Un fragmento de arquitectura que viaja y muta, como nosotros. Y siete, numero sagrado.

Sonríe el alma también ante “Nosotros” de Carola Zech, donde el color y la geometría invitan a la mirada lúdica, juego visual que refleja la ligereza, la mirada sin prejuicios y el reencuentro del goce de lo simple. Nos invita a abrir las puertas, para ir a jugar… ese raro privilegio de redescubrir la alegría, en el arte.

Las obras que imponen respeto: “El Atajo” de José Luis Landet y “Pejerreina” de Adriana Bustos. Destacan también los juegos críticos de Grupo DOMA, “Crossfit y Mantra”. Perdida, entre cactus y hiedras, ”Nereida” de Alexis Minkiewicz.

Y sorprenden las lupas de Héctor Tassino, que suspenden la percepción y nos obligan a mirar de nuevo: a agachar la mirada, a reenfocar, a recordar que lo visible es siempre una construcción, donde todo puede ser reencuadrado, resignificado, mirado otra vez.

No puedo dejar de hacer mención, un momento íntimo frente a “Compleja Esperanza”, una de las últimas obras de “Luis Felipe “Yuyo” Noé”: el maestro sigue hablándonos desde sus entramados vibrantes, recordándonos que el caos puede ser también un acto de fe.

Volví al área museográfica – casi escondida- detrás de la cafetería y en la primera sala, me tropiezo visualmente, con el dibujo a lápiz de“Res” de Alexis Minkiewicz, deslumbra por su precisión casi escultórica, un realismo sobrio y sombrío, que emociona en su silencio.

La obra de Cynthia Cohen, una de las artistas que siempre capto mi atención, irradian ese hiperrealismo pop que logra lo difícil: capturar la exaltación de lo cotidiano, anclando sus composiciones en un equilibrio perfecto entre impacto visual y  poesía cromática.

Mi sorpresa fue encontrarme con una obra de Eugenio Zanetti. Como pintor, se distingue por sus imponentes óleos figurativos, donde las imágenes parecen surgir de una oscuridad casi plena. Dominio técnico notable, cada detalle habla, como esa joya encendida en la penumbra. Y si hay algo que persiste, al cerrar los ojos, es el brillo, quedó en mi retina.

Continuamos con la actual muestra de Juan Stoppani / Jean Ives Legavre. La pareja integrada por Juan Stoppani y Jean Yves Legavre. Es una referencia indiscutida del arte Pop argentino. Con la iconografía vibrante y festiva que desplegaron a lo largo de 50 años, generaron un universo de geometrías, colores, cabezas de colosos, tótems casi como una escenografía de un programa de tv pop andino de los 70´s.

Y un MIG (Museo de la Ilustración Gráfica -su sede principal se encuentra en un edificio de La Boca, Buenos Aires) dedicado a la gráfica argentina.

Las ilustraciones, los dibujos a mano alzada —como las Chicas de Divito o el Llanero Solitario de los ’70— conservan ese pulso vital que solo tienen las obras únicas, con una técnica tan precisa y vibrante que uno dudaba, si eran impresiones o reliquias vivas.

Hasta me topé con esa pequeña joya kitsch-pop que es la “Maquinola”de madera del programa televisivo de Berugo Carámbula y Gachi Ferrari: el arte no pide permiso para mezclar memoria e imaginación.

Y la sala continua, custodiada por columnas de acero de ocho metros de altura, recuperadas del subterráneo – como si tuvieran conciencia- protegen, el acervo impecable de Fundación Tres Pinos. Reúne piezas de Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Eduardo Sívori, Pedro Fígari y Carlos Páez Vilaró, entre otros nombres mayores de la región.

* * *

¡Cuánta cosa! ¡Cuánta historia! ¡Cuánto talento! Salgo y respiro campo y me vuelvo a calmar… ¡mucha información! Vuelvo a respirar, pero esta vez, más lento.

Decía Rodolfo Kusch: “Habitar el paisaje es dejar que el paisaje habite en uno.”
Y eso es exactamente lo que ocurre en MuseoCampo: no solo recorremos el arte y la naturaleza, sino que dejamos que nos atraviesen.

En cada curva del sendero, en el aroma a eucaliptos, en cada obra que irrumpe como una epifanía, en cada sombra alargada sobre el pasto, el arte argentino contemporáneo celebra su pacto silencioso con la tierra. Naturaleza pulida y arte preservado.

Como el propio paisaje pampeano que lo inspira, este museo crecerá despacio, noble, aprendiendo de su raíz cañuelense la lección más difícil y exquisita de todas: la complejidad oculta en la verdadera sencillez del campo.


Gastón Fournier
Curador de Arte & Artfluencer

Abril 2025

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