En la 23ª edición del famoso Life Ball (Baile por la Vida) de Viena se presentaron a los invitados y patrocinadores una serie de impresionantes retratos homenajeando a Gustav Klimt.
La fotógrafa danesa Inge Prader fotografió algunas de las emblemáticas obras de Klimt, como El Friso de Beethoven (1902), Danae (1907), y La muerte y la vida (1908), creadas durante su período “Golden Phase”, que fueron representadas con un sorprendente efecto.
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El propio Klimt fue un miembro prominente del movimiento de la Secesión de Viena, que era un grupo de notables pintores, escultores y arquitectos de su época.
Ese colectivo se convertiría en inspiración para el Life Ball “para resaltar las personalidades fuertes y creativas de aquella época que revolucionó la sociedad con sus propuestas y perpetuó una nueva alegría de vivir”.
“Salir de las viejas formas y avanzar en la propia individualidad y la autodeterminación”, fue la idea fundamental de los secesionistas vieneses.
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