Piano solo, el concierto íntimo de Leo Maslíah en El Batacazo Cultural

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¿Te imaginás a Drake tocando el piano en un centro cultural de Villa Crespo? No, no tendría nada que ver con el show de Leo Maslíah, porque Drake no es del mejor país (mejor que Francia y mejor que París).

Es la 5ta edición del ciclo Prueba de Sonido en El Batacazo Cultural, donde el frío no llega y el vino tiñe los labios de un seductor tono walking dead.

Con la magistral humildad de quien nació para genio pero prefiere reír, el músico oriental se despacha con un concierto que incluye un variopinto de piezas aleatorias pero distinguidas.

Obras de autores uruguayos (porque, una vez más, Uruguay es el mejor país), piezas propias -como si así compartiera con el público presente, que colma la sala, el lugar en el que habita: su pieza, ahí done duerme y sueña y quizás ahí mismo también componga, llore y ría-, alguna que data de 1932 y como para no dejar a nadie afuera: Johann Sebastian (¿Mastropiero, acaso?) Bach.

Maslíah

Los dedos sobre las teclas del piano se deslizan como ese hilo de agua en Dubrovnik. Se van moviendo los acordes de la estructura normal, ella se mueve inquieta en su silla y desde ahí agita a un músico que solemne interpreta a Bach.

Blues móvil opera, citando textual, “de fondo para un restaurant de película”, y Leo pide disculpas por perderse un poco como si no lo avalaran sus más de 40 discos editados y otro tanto de libros, una carrera histórica que no dejó afuera una visita a Bruselas y la ópera Maldoror.

Ya rayando el final, el pensamiento más insolente se hace presente: a mí no me gusta Bach, me gusta Leo Maslíah. Porque vibrarlo en vivo tiene la fuerza del presente pleno con ansias siempre de ir a las estrellas.

Crónica: Lupe Gambina

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