Otro martes de La Grande, con invitado de lujo: Conociendo Rusia
El martes, ritual.
Los martes de La Grande son en la ciudad capital tan clásicos como el Obelisco y tan sabrosos como la bondiola de la Costanera -sin exagerar-. El surrealismo se destapa desde el ingreso, donde hay una propuesta de matrimonio como en loop.
Subiendo las escaleras de la Sala Siranush, todo es similar al alunizaje: estar en este sistema solar pero desde su satélite. Acá se manejan dos idiomas oficiales: el de señales y sonidos, arriba del escenario, el de la danza y el baile, abajo y en todos lados. Bailar, como condición indispensable para la presencia. Se puede también reír, beber, jugar una partidita de ping-pong, flotar.
Esta noche participa de la jam Conociendo Rusia, mientras gira la ronda de directores y ejecutores. La forma en el aire del ritmo escénico replica el electrocardiograma de quien pasa de la calma a la locura, cada miembro de La Grande lo puede dibujar. Pato Smink ameniza desde las bandejas. Se va la primera ronda, y todo vuelve a empezar: el segundo loop de la noche. Lo que no se modifica es la condición de bailar.
Hay cuerpos que son pájaros, hay noches que son eternas y hay espacios surrealistas que son la casa lunar. En la calle Armenia cada martes se despliega esta magia ancestral. Quedar atento a embarcar el próximo despegue interespacial.
Crónica: Lupe Gambina