Cortamos la semana en la Sala Siranush, para bailar al ritmo de Los Martes de la Grande
No describir lo evidente: hay música en vivo, mesas de ping-pong (tenis de mesa, a quien busque hacer justicia), metegol, DJs, una barra muy amiga y un público que quiere y sabe divertirse.
Captar el Ritmo de Señas. Captarlo desde lo atávico, antes del lenguaje y de los traductores y de lo irreductible de hacer del pensar palabra y de la palabra, sentido. Captarlo en ese instante en el cual, al ser compartido, se vuelve propio.
Ahora ensamblar el cuerpo a ese sonido. Dejarlo fluir en él, dejarse ir ahí, encontrarse en el movimiento, sorprenderte siendo ese paso de baile, esa danza individual guiada por el conjunto musical, que hoy trae a Juana Molina como invitada y que invita a tu ser a ser ahí, como si en mitad de semana el mundo estuviera llegando a su fin.
El camino está allanado y Villa Diamante ya tomó posición. Toca ir hacia la manada, ser parte de esa viscosidad que hace de tu carne y hueso una masa humana que te excede al mismo tiempo que te define.
Los Martes de la Grande es la opción consolidada, en casa nueva pero con tradición largamente caminada. Quién pudiera resistirse a ser parte del ritual, asomarse curiosamente y no poder dejar de bailar. Queda extendida la invitación, a quien se anime a cerrar los ojos y dejarse llevar.
Cronista: Lupe Gambina