Coreografías de Sal: una experiencia inmersiva

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Atraídos como falsos marineros por tinieblas en rojo y sonidos inquietantes que se escapan de la sala, subimos las escaleras y nos adentramos en un océano de sal gruesa que atrapa, repele e impresiona.

Luz roja, intensa. Gritos guturales envolventes. Se arrastra un cuerpo sigiloso por la sal. A lo lejos una sirena.

La Sala Molinos del Faena Art Center alojó la sugerente experiencia de Osías Yanov, Coreografías de Sal. Un espacio que obnubila. Por momentos hipnotiza. Nueve performers se movían como en trance, mientras interactuaban entre ellos, descubriéndose. Sumergidos en otra realidad, ajenos a lo externo, los rodeábamos. Los observábamos bailar y desdibujarse entre granitos de sal, para volver a reconfigurarse de otra forma. De a dos o en completa soledad. Criaturas híbridas, cuerpos que mutan y exploran sus distintas posibilidades.

Entre los cantos del Bicho Feo, gritos y música impactante, intentamos adentrarnos y compartir la experiencia. Una que trascendió la tradicional de exhibición, instalación y performance, gracias a su procedimiento y formato. No sólo el público estaba invitado a visitar Coreografías de Sal, sino que también podía participar en una serie de talleres (previa inscripción). A su vez, el artista tomó “como punto de partida el falso descubrimiento arqueológico de los restos óseos de una sirena hallados a orillas del Río de la Plata”, contó Zoe Lukov, la curadora. Una fake news que recorrió distintos portales online como primer escena de la acción performática para potenciar el efecto de la obra y reflexionar sobre las bases de creación del mito moderno.

Yanov se adentra en la contraposición de lo ficticio y lo real; el pasado y el futuro, borrando sus límites. Poniendo en duda lo conocido y esperado. Presentándonos los “huesos de un ser que además de ser lo que son, crean un pasado distópico y reconfiguran nuestros parámetros de realidad y de construcción de una historia que se proyecta”, explicó el artista.

Búsqueda completa, donde brilla la narrativa gestual. Esta es la principal guía, la que despierta los instintos y activa la memoria inconsciente. La que se filtró en los espectadores, sugiriendo la creación de una segunda piel, esa de la que gozaban los performers. “El trabajo de Yanov explora consistentemente el concepto de otredad a través de movimientos corporales”, cuenta Lukov.

El rítmico cambio en la iluminación, combinado con el desconcierto en lo sonoro tensiona e inquieta. Sensaciones que se acrecentaban gracias al juego de expectativas propuesto por Osías. El espectador se encontraba alerta constantemente, no sabía qué esperar, no podía encasillar en coreografías cuadradas las distintas secuencias de movimientos, que por momentos no eran más que mínimas sacudidas o parpadeos.

Los pocos elementos de la sala se iban descubriendo a partir de la exploración. El visitante que se animaba y la recorría, activaba el espacio a la vez que dejaba su propia huella en el crujir. Cucharas, cascos, libros, marcadores, planchas de colores dibujadas con sal y una puerta enrejada. Montículos de sal. En el medio la sirena. Esa que está y no a la vez. Esa a la que parece que le rendían culto al bailarle alrededor, al arrastrarla por distintos lugares, al jugar con sus brazos, al hablarle y cantarle, al coronarla con las cucharas.

por Candelaria Penido
IG:  @mir.ar.te
mail: candelariapenido@hotmail.com

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