Francisco el Hombre pasó por Bs As y prendió la llama en Niceto.

Acredito prensa placer, me arranco el pasado como quien se quita el abrigo al entrar y me adentro en este Amazonas montado en Niceto, que se prende fuego tal cual el original. Una loba aúlla desde el escenario, su presencia despierta el instinto, hipnotiza su belleza salvaje. Paula Maffía ruge, y ese canto primigenio inaugura el ritual. Todo es humedad, se camina entre la gente como entre senderos tupidos.  Se ven especies que sólo aquí habitan. La noche se deja perseguir, y corre entre los pasillos el perfume ácido de plantas y flores latinas y carnívoras.

Si el Amazonas es el pulmón del mundo, las canciones de Lucy Patané son el oxígeno que aquí se respira. Lucy, la Osa Mayor, su destreza inconmensurable replicada en cada una de su manada. Nada que amansar, nada que domar: dejar estos 12 tracks cocinándose en lo salvaje, bancar a la música instrumental, gruñir junto a Marina Fages, haciendo de Marina Fages, y coincidir en que si algo va a saturar, que sean los graves. Sentir la respiración agitada y el corazón galopando cada vez más fuerte cuando se acerca con su rifle de cazador. Todo liquidado.

La espesura de lo tropical se vuelve tangible. Augurio de la noche salvaje que cae sobre el enjambre deseoso de profanidad. Somos la presa, no hay dudas. Vamos a dejarnos cazar, vamos a disfrutar, estamos bailando hasta pulverizarnos, para fundirnos con el sol, para volvernos llama.

Piden ver nuestras axilas. Las manos en alto, las piernas deslizándose por el aire, el cuerpo primitivo moviéndose sin restricción. Están de gira presentando Rasgacabeza, y llevan encerrada adentro de sus canciones la furia de la resistencia antifascista atinoamericana. Francisco el hombre hace del público una jauría rabiosa, sedienta de placer. Hacemos una ronda, en el centro el que más se anime. Nos dividimos, nos enfrentamos, dejamos un surco que sirve para tomar distancia y mirarnos a los ojos antes de hermanarnos. Nos hacen bailar, su música arrasa ritmos sudacas, sus acordes exhalan calor. Verdadera chama adrenalina. Queda suspendido en el aire el instante verdadero: ahora y siempre, mujeres al frente. Los cuerpos arden, las lenguas queman, las extremidades convulsionan.

Este paseo sonoro por la selva despelleja y deja en carne viva. En este Amazonas montado en Niceto, que se prende fuego tal cual el original, nos damos cuenta de la única verdad: el fuego sos vos.

Crónica: Lupe Gambina

Francisco El Hombre

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