La habitación de al lado: la magia de la intertextualidad en la última película de Almodóvar

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Por Candelaria Penido. IG: @candepenido

La nueva película de Almodóvar atrapa. No solo por su intensa historia —dos amigas que se reencuentran en las inmediaciones de un hospital, una de ellas, Martha (Tilda Swinton), tiene un cáncer terminal; e Ingrid (Julianne Moore) decide acompañarla y ayudarla hasta el final, que termina por ser una lección de vida—; sino por sus escenarios, y estética visual.

Es a partir de las obras de arte, los libros, películas, fotografías que van apareciendo que el director compone otra capa en el relato. El recurso de la intertextualidad aporta profundidad en los personajes. Descubrí cuáles son esas piezas que Almodóvar incorporó en la dirección de arte que transmiten el mundo interior de las protagonistas, nos los acercan, otorgan contexto.

En todos sus proyectos cinematográficos, Pedro Almodóvar, da vida a su propio universo. Lo almodóvar está compuesto por una serie de líneas —desde el uso de colores estridentes, los roles de mujeres fuertes, personajes complejos, un cuidado estético y una sordidez en lo narrativo—, que en esta película no faltan. Estos se ven potenciados con los elementos que componen el mundo que presenta La habitación de al lado.

Georgia O´Keeffe en el cuarto de Martha

La historia transcurre en Nueva York y como tal, “Pedro le ha dado mucha importancia a que todo fuera lo más americano posible. Desde los detalles arquitectónicos y constructivos hasta la distribución de los espacios” contó Carlota Casado responsable de la dirección de arte y la decoración del film. Es así que la elección de Chesnut de O´Keeffe sobre la cama de una de las protagonistas, no es aleatoria.

No solo su vasta producción la coloca como una pintora modernista que colaboró en la creación de la identidad artística norteamericana; sino que para el director “es un tronco descomunal que se divide en dos ramas, y para mí, creo que es un cuadro en honor a la masculinidad, al órgano masculino, que es tan importante para el personaje de Martha que interpreta Tilda Swinton.”

Luis Bourgeois, Cristina García Rodero y Sandro Kopp en la sala de la casa de Martha

A los típicos muebles de un living, en la casa de Martha, se le suman fotos, retratos y serigrafías. Lo que primero llama la atención es una en blanco y negro con mujeres sufriendo. Es Duelo de Cristina García Rodero; una fotografía tomada en las calles de Puglia, Italia. “Quise creer que, como el personaje de Tilda se mueve por galerías de arte, había podido ver alguna foto de ella y la había comprado”, explicó en una entrevista Almodóvar. A su costado se halla una serigrafía del bordado de Luis Bourgeois I Have Been To Hell and Back. Traducida del inglés dice: he estado en el infierno y he vuelto. Y, déjame decirte, ha sido maravilloso. Por último, del otro lado se encuentra un retrato de la propia Martha, firmado por Sandra Kopp, artista visual alemán contemporáneo.

Dolor, colores tenues casi desgatados, ironía, infierno y violencia; indicios que estas obras nos aportan sobre la realidad de Martha.

La entrada de la casa de Martha

Almodóvar no solo despliega su creatividad en formato cinematográfico, sino que a su vez, se desempeña en el arte visual. Suele incorporar sus cuadros en sus películas. En este caso, vemos una de sus trabajos en gran formato—ocupa toda una pared—, intervenida por Jorge Galindo. Es Postal Japonesa 2, forma parte de la serie Flores, que crearon en conjunto, en donde la fuerza cromática, va de la mano con el protagonismo del color en sus films.

A su vez aparece enmarcada al lado de la puerta, una portada de Paper, la revista en donde ambas protagonistas solían trabajar.

Dis Berlin en la cocina de Martha

El espectador que suele disfrutar de las películas de Pedro Almodóvar, sabrá apreciar que las creaciones de Dis Berlin tienen su lugar destacado. De hecho el propio artista ha llegado a afirmar que el director es su principal coleccionista. En este caso, se vislumbra Pareja en la colorida cocina neoyorquina.

Edward Hopper en la casa del bosque

La pieza central, en mi opinión, se encuentra en la casa que las amigas alquilan en Woodstock, rodeadas de bosque. No solo la arquitectura en sí de esta mansión que se mimetiza con el entorno es una obra de arte en sí, sino que dentro, se encuentra colgada Gente al sol de Edward Hopper; uno de los máximos representantes del realismo estadounidense. Su trabajo suele mostrar escenas en donde sus personajes resuenan soledad, más allá de que si estos se encuentran rodeados de gente. El silencio prima e invade la tristeza.

En este caso la pintura funciona de forma premonitoria. Las amigas reproducirán la escena del cuadro varias veces. Las veremos descansando en las reposeras, apreciando la sutil naturaleza. “Mientras se recostaban en las tumbonas, ellas buscaban encontrar esas pequeñas cosas de las que disfrutar”, confesó Casado.

Además de los trabajos de arte visual que vemos concretamente a lo largo del largometraje, en ella aparecen referencias artísticas a la literatura y el teatro. Por ejemplo, nos adentramos en la trágica historia de Dora Carrington y Lytton Strachey, haciendo referencia luego al mencionar a Virginia Woolf a toda una forma disruptiva de pensar la sociedad y las artes. Guiños a Hemingway y al New York Film Festival, piezas teatrales y por sobre todo Los muertos de James Joyce. Libro preferido de Martha, en donde el juego de oscuridad, calor y velas contrasta con la fría y eterna nieve que cae; hasta el final.

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