10 universos artísticos entablan un diálogo en MAMAN Fine Art BA

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Por Candelaria Penido. IG: @candepenido

Es Manos a la obra, la muestra que reúne el trabajo de 10 artistas argentinas donde entran en juego distintas técnicas, temáticas y materialidades, teniendo siempre de base una sutil ironía.

MAMAN Fine art BA cumple 20 años en la escena artística del país y lo está celebrando a lo grande. Los festejos comenzaron con las muestras Colectivo singular y Grecomanía, exposición que rinde homenaje a Alberto Greco y que todavía puede ser visitada en el segundo piso.

En Manos a la obra, Patricia Pacino —directora, co-fundadora y curadora de MAMAN— despliega el trabajo de creadoras de distintas generaciones que ya han pasado por las paredes de la galería. Son obras reconocibles, tanto de artistas consagradas, como nuevas creatividades que se acercan a este mundo. Se reconocen los nombres de Catalina Chervin, Cynthia Cohen, Bárbara Diez, Karina El Azem, Nora Iniesta, Mónica Millán, Nushi Muntaasbki, Alicia Penalba, Marcia Schvartz y Mónica Van Asperen.

Esta muestra colectiva presenta distintos abordajes estéticos y conceptuales, teniendo como eje central el cuestionamiento. Se pone en jaque el lugar de la artesanía dentro del mundo del arte, como también el de lo bello, lo útil, lo violento, la copia, la realidad y lo femenino. Se pueden apreciar “el uso de técnicas que van a contrapelo de lo que se considera arte mayor”, contaba Pacino en la inauguración.

Cada artista trae consigo su propio universo creativo dando lugar a expresiones disímiles. Entre ellas encontramos el uso de la pintura, del mosaico, del bordado, de la escultura y el collage. Las materialidades varían tanto como sus creadoras y oscilan entre la resina, el vidrio, las municiones, las veniecitas, telas, recortes de revistas y/o libros, elementos de la cotidianeidad, entre otros. La mirada de género atraviesa las piezas expuestas, aun así no es el fin o hilo curatorial, en sí mismo. “La intención no era hacer una muestra de diez artistas mujeres porque me parece que está demodé el asunto, pero sí indirectamente está atravesada por una mirada de género de la obra”, explicó su curadora en el recorrido inaugural.

Desde la vereda de la Avenida Libertador al 2400, llaman la atención las esculturas de Penalba. Tres modelos policromados de material refractario que luego llevaría a gran escala. Objetos que remiten a fósiles marítimos, elementos orgánicos que se relacionan con el cuadro de Marcia Schvartz colgado a la izquierda. De sus elementos naturales florece una sensualidad  hipnótica. Sus formar arremolinadas se ven reflejadas en la tela que se retuerce dentro de la pieza de Catalina Chervin. Un collage en 3D con elementos que, pareciera, están en constante movimiento, por más de la eterna quietud que les otorga su resina captora.

Si se sigue avanzando en la galería, son las esculturas de Nushi Muntaasbki las que roban la atención por su goce sensorial. Tres piezas en mosaico separadas en el espacio. Una manguera, unos animales corriendo y la Rueca, que formó parte de la performance Sueños de Vidrio en arteba, 2012. “El universo que elabora es eminentemente sensual y táctil, los colores que utiliza son vibrantes y acentúan la riqueza hiperreal que ofrece el volumen. Así en su obra resplandece la belleza de lo cotidiano con su cuota de humor y de tragedia como la vida misma”, comentaba Patricia Pacino mientras se desplazaba alrededor de Manguera.

En esta segunda sala, también se pueden apreciar los trabajos de Cintia Cohen, Karina El Azem y Mónica Millan. Por un lado, las telas de Cintia Cohen y Mónica Millan presentan un particular registro de lo que las rodea. En las de Cohen conviven la ilustración, el grafiti, la técnica de la pintura plana y el dripping con colores saturados. Una desmesura que va en efecto cascada a la manera de una psicodelia. En las de Millán aparece el dibujo y el bordado. Memoria y tradición se van entremezclando con las flores, ramas, tallos y hojas que genera el entramado creado por la artista. Por el otro, están los trabajos de Karina El Azem, donde la artista introduce la reproducción digital albergando la coexistencia del original y la copia.

Las piezas de Nora Iniesta componen un caleidoscopio de imágenes que producen asociaciones y alteraciones del sentido. De forma limpia y minimalista, detalla con humor escenas de la cotidianeidad. Resaltan las obras Réquiem para un plumero y Lo Inalcanzable. Iniesta crea con lo que tiene a mano, “las cosas están, solo hay que mirar desde adentro hacia afuera” contó a Acromática en la inauguración.

Al llegar al final del salón aparecen las construcciones geométricas de formas lineales y ondulantes en vidrio de Mónica Van Asperen donde conceptos como fragilidad e inmaterialidad se lucen vívidos y el collage de collages de Bárbara Diez. Este trabajo es la inauguración de Diez como artista. La ironía, el juego, la diversión y la recuperación nostálgica se filtran por la obra casi pop. Collages donde la artista tomó —durante la cuarentena— obras consagradas de la historia del arte y las intervino con imágenes, recortes, elementos tecnológicos y hasta muñequitos, propios de la sociedad de consumo.

Manos a la obra funciona como el puntapié inicial para conocer relatos artísticos que se escapan a la concepción habitual de la naturaleza del arte. La exposición, que se puede visitar hasta el 23 de diciembre, da lugar a un diálogo entre diferentes estéticas, obras, generaciones y mundos.

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