Por Victoria Villalba.
Mariel Arias, destacada artista visual, nos invita a explorar la violencia a través de su nueva instalación, donde cabezas, puños y casquillos de balas se transforman en símbolos de la caza furtiva y su impacto devastador.
En esta entrevista, Arias revela cómo su investigación y los materiales seleccionados reflejan la frialdad y la brutalidad inherentes a esta práctica, ofreciendo un comentario profundo sobre la violencia en nuestra sociedad. Su propuesta artística promete ser una experiencia provocadora y conmovedora.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Mariel Arias: —Estoy trabajando en una instalación que se compondrá de esculturas de cabezas y de puños, y de dibujos cuya temática es la caza furtiva y el impacto violento que deja huella en nuestra sociedad.
¿Qué te inspira a trabajar en esta problemática?
MA: —Me inspira el hecho de generar una toma de conciencia sobre el poder siniestro de la caza furtiva, los efectos negativos que deja sobre la humanidad, la falta de ternura, el no apiadarse ante un ser vivo en estado natural. Es un camino que comienza con el tridente de reflexionar, planificar y ejecutar una acción perversa. Detrás de esta actividad, los intereses económicos de la comercialización hacen estragos
¿Cómo influye la investigación de campo en la forma en que estás estructurando este proyecto?
MA: —Me ha permitido mediante charlas y entrevistas en Clubes de Tiro adentrarme en los ámbitos de la práctica. Son lugares donde se genera una pertenencia, en mi caso tengo familiares muy cercanos que practican y vivo en el día a día los diálogos sobre el armado de los elementos a utilizar, las comparaciones de armas, etc. Por otro lado, la lectura de notas, visionado de videos y la investigación en internet me permite tener un panorama de la realidad actual mundial sobre la mencionada actividad.
¿Qué hallazgos te sorprendieron más en cuanto a las diferencias generacionales y de género en esta práctica de tiro?
MA: —Con respecto a las proporciones de practicantes, el número de hombres es muy superior al de mujeres. Y en general, las mujeres tienen la motivación de poder defenderse. Por las charlas que he tenido, la mayoría no termina realizando excursiones o jornadas de caza. De todos modos, proyectando veo una participación en aumento, dada por los nuevos espacios sociales que surgen con la temática de tirar y por el papel preponderante de los videojuegos.
¿Qué te llevó a incorporar puños y cabezas como elementos principales?
MA: —Entre la combinación de la acción surgida en el lóbulo frontal de la cabeza del cazador y la ejecución de las manos se produce el tiro, que provoca el fin de algo. Hay una causa y un efecto. Con las manos se crea la obra de terror, una obra en donde se silencia el sentir. Es cuando la falta de emocionalidad se hizo presente para llevar adelante el acto donde triunfa el ego.
¿Con qué materiales estás trabajando en este proyecto y qué otros planificás incorporar? ¿Cómo tomás estas decisiones?
MA: —Los materiales para las cabezas son arcilla, yeso, vidrio líquido y barnices. El vidrio líquido está conectado con el concepto de frialdad, sangre de hielo. En el caso de los casquillos metálicos los utilizo para representar “el fin” que genera la ejecución del tiro. Tengo la idea de incorporar hilo sisal, hilo de cobre, hilo de acero para la confección de redes tejidas.
¿Cuál es la importancia del sonido en la obra que estás preparando?
MA: —Como artista, cada vez que realizo alguna incisión, una pincelada, un trazo, se origina un sonido en el soporte sobre el que estoy trabajando. Realizo una analogía y pienso en el cazador que crea algo que se asocia al dolor, al terror. Surgen sonidos de los tiros que provoca, de los desgarros que quedan en el material impactado.
¿Qué experiencia sensorial esperás que el espectador tenga al interactuar con la instalación?
MA: —Que se conmueva, que sienta un escozor provocado por el observar y escuchar la propuesta artística. Sobre todo, que se conecte con la posibilidad de que el accionar individual es el sendero para disminuir la escalada de violencia a todo nivel y en todo lugar, que como humanos presenciamos permanentemente. Que puedan hacer otro tipo de proceso catártico donde el daño no sea el protagonista.
En la instalación, la red con tirantes y casquillos parece simbolizar una trampa o un territorio marcado. ¿Podrías explicar la intención detrás de este elemento y su relación con la crítica a la caza y el tiro deportivo?
MA: —Me interpelo como integrante de la sociedad ¿qué pasa en la cabeza del cazador? ¿del tirador deportivo? ¿Qué pasa si reflexionan pero siguen obligados por el sistema? Será que ese sentido de pertenencia los atrapa y no les permite tener la fuerza de voluntad para salir de estas actividades que terminan siendo parte de la red del tráfico de armas.
¿Cómo creés que tu proyecto puede generar una discusión sobre la violencia en el contexto actual, más allá de la caza y el tiro deportivo?
MA: —Creo que al observar la instalación y las obras de arte con esta temática abordada se provocará una revisión interna sobre el posicionamiento individual acerca de la violencia que se vive en el contexto actual. Muchas de las actividades ilegales, como el tráfico de drogas, la trata, las falsificaciones y la caza furtiva, se sostienen por la existencia a nivel global de un sistema basado en el interés económico como moneda de cambio y una red de corrupción que hace de estructura inquebrantable. Los ámbitos se van ampliando, puntualmente en el caso del uso de las armas ha traspasado el límite de lo físico y su influencia y presencia se ha instalado en el entorno virtual, llegando a un uso cotidiano por parte de niños pequeños.
Más información de la artista acá:
https://marielariasarte.wixsite.com/arte
https://www.instagram.com/marielariasarte
