El valor de las ideas en detrimento de la estética es nuevamente noticia. Esta vez de la mano del artista italiano Salvatore Garau, que ha vendido una escultura invisible por 18.000 USD.
Han pasado nada menos que 100 años desde los ready-mades que el artista francés Marcel Duchamp realizó en las décadas de 1910 y 1920, en donde la obra artística ya no es interpretada como un objeto de contemplación fabricado por la mano de su creador, sino como un objeto de pura especulación intelectual.
Por estos días no parece para nada inverosímil que se venda en el mercado una obra de arte inmaterial. Y es así, el arte conceptual ha cobrado un gran protagonismo en el mercado del arte durante las últimas décadas.
El criterio para tasar una cuadro, una escultura o una instalación artística no es matemático. Cada pieza hace evocar en el consumidor emociones, sentimientos y reflexiones particulares. Esto se acentúa cuando se trata de arte conceptual, ya que requiere una mayor implicación por parte del espectador.
La obra inmaterial “Io Sono“, nueva estrella fugaz del mercado del arte ha sido subastada en la conocida casa milanesa Art-Rite. El comprador ha recibido un certificado de garantía, sellado y firmado por el autor. Ese documento es lo único tangible de la escultura. Salvatore Garau, creador de la obra comenta respecto a esta pieza: “El éxito de la subasta confirma un hecho irrefutable: el vacío no es más que un espacio lleno de energía (…) que se condensa y se transforma en partículas, es decir, en nosotros“.
Los artistas conceptuales insisten en que sus obras han de entenderse más allá de su estética.
Varios de los casos más famosos de los últimos tiempos de este tipo de arte fueron el tiburón en formol de Damien Hirst, el vaso de agua medio lleno de Wilfredo Prieto, el plátano pegado con cinta en la pared de Maurizio Cattelan y la pintura de una niña con un globo que Bansky programó para que se autodestruyera.
El tiburón tigre de más de cuatro metros –La imposibilidad física de la muerte en la mente del vivo– que Damien Hirst utilizó para «describir un sentimiento», fue subastado por unos 9,5 millones de euros hace 16 años. “Un tiburón es terrorífico, mucho más grande que nosotros, en un medio desconocido para nosotros. Parece vivo cuando está muerto y muerto cuando está vivo”, explicó por aquel entonces Hirst.
Love is in the bin, la pieza del cotizado Bansky, se adjudicó en 1,18 millones de euros. Hasta ese momento todo entraba dentro de lo habitual, pero cuando el martillo golpeó el atril un mecanismo se accionó y trituro parcialmente la obra. Alex Branczik, Director de Arte Contemporáneo de Sotheby’s Europa, argumentó que se trataba de una propuesta innovadora: “Banksy no destruyó una obra de arte en la subasta, creó una nueva. Tras su intervención sorpresa, nos complace confirmar la venta del primer trabajo artístico de la historia que se creó en vivo durante una subasta”.
Comedian de Maurizio Cattelan y Vaso de agua medio lleno de Wilfredo Prieto no alcanzaron esa dimensión millonaria, aunque sí que consiguieron gran repercusión mediática. La primera de ellas superó la barrera de los 100.000 euros (120.000 dólares), mientras que el vaso ideado por el artista cubano se vendió por 20.000 euros en la edición de ARCO de 2015.
Bonus track:
La obra de arte invisible del artista italiano Salvatore Garau que dispara esta nota, hace especial hincapié en lo que efectivamente es, la nada, la ausencia, y a su vez la presencia en la ausencia.
Si estás especialmente interesado en este tema, te recomendamos la película-documental “Robar a Rodin” que narra, contada en primera persona, la historia del roo de una escultura de Rodin por parte de un estudiante de arte que argumenta que lo hizo a modo de demostración artística para poner en evidencia como con la ausencia de algo, esto mismo puede aparecer aún más presente que con la presencia.
La película puede verse en Vimeo haciendo CLICK ACÁ. Contraseña: adele
El debate está más vigente que nunca: ¿esto es o no es arte?