Por Gastón Fournier — Art Curator & Artfluencer
El Cuarteto Divergente transforma el clásico concierto de cuerdas en un rito performático: dieciséis cuerdas, improvisación y una experiencia colectiva que desborda lo académico
Parece ser que están de moda. No termino de entender cuál es la razón y para quienes le consulto, me suelen decir que tampoco lo saben: Candlelight, Camina Burana en la gran Logia interpretado por la Compañía del Sur, la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, con un concierto tributo sinfónico a Soda Stereo en el Auditorio del Palacio Libertad y hoy el Cuarteto Divergente, en La Carbonera. En lo que va del año es cuarto ensamble de cuerdas que nos convocan a “prensar”.
Pasó casi un año y medio para que se pudiera concretar el encuentro tan deseado con el Cuarteto Divergente. Ese ritual que tiene ocasiones especiales y lugares alternativos, para dar cita a lo que comúnmente conocemos como “concierto de cuerdas”, pero este no lo es. Es algo más que eso.


La primera vez que oí hablar de ellos fue para el año pasado para marzo, que tocaron en la parroquia San Pedro Telmo, vestidos de monjes con túnicas rojas, como un rito medieval. Pero, la vida quiso que fuera “iniciado” en otro lugar.
Esta vez convocado por Racu Sandoval, el manager y agente de prensa del cuarteto, a un nuevo espacio en San Telmo: “La Carbonera”. Daban cita a un este particular encuentro. Con localidades agotadas y en primera fila, copa de vino en mano… abrió el telón de pana roja comenzando la sesión de metafísica musical.
Pensar Divergente
Antes que nada, tenemos que entender qué significa ser “divergente” y cuáles son sus beneficios, para poder entender por qué Alejandro Terán que es quien lleva y lidera esta “logia musical”, porque comparte este concepto y esta práctica, como artística.
El pensamiento divergente es esa “chispa” que aparece cuando dejamos que la mente se desmarque de lo lineal. No se trata de encontrar una única respuesta, sino de abrir el juego a múltiples posibilidades, de dejar que las ideas emerjan con fluidez, casi como un reflejo espontáneo. Así funciona.

A veces surge en lo más simple: al escribir sin pausa, en un flujo de conciencia, al dibujar sin boceto previo, en una lluvia de ideas compartida o incluso al jugar un rol de juego de mesa. El ejercicio es siempre el mismo: habilitar conexiones inesperadas y ver hacia dónde nos llevan.
Esa gimnasia de la mente no solo expande la creatividad, también abre oportunidades y perspectivas múltiples. Claro que, como todo exceso, puede volverse un laberinto infinito: quedarse atrapado en la proliferación de opciones sin llegar nunca a decidir. De hecho, hay artistas, músicos y escritores que han convivido con esa frontera difusa entre la divergencia fértil y el pensamiento desbordado.
La música, por ejemplo, es una aliada natural de este proceso. Se ha demostrado que escuchar melodías alegres o tranquilas potencia el ánimo y, con él, la capacidad creativa. No sorprende: el sonido tiene esa facultad de ordenar lo interno, de ofrecer un cauce para que las ideas fluyan.
Pensar de manera divergente, en definitiva, es entrenarse para ver más allá de lo obvio. Una práctica que, con equilibrio, nos permite sostener la creatividad como un estado vital y no solo como un destello efímero.
Dispositivo de dieciséis cuerdas
Es así que Alejandro Terán su creador (y arreglador), fundó durante el confinamiento del 2020, una propuesta más portátil que su orquesta Hypnofón.


El cuarteto está compuesto por Alejandro Terán en viola, Javier Casalla en violín, Julio Domínguez en segundo violín y Karmen Rencar en chelo.
Más que cuatro músicos, se conciben como un único instrumento expandido: un dispositivo de dieciséis cuerdas accionado por cuatro intérpretes, donde cada personalidad vibra en tensión y armonía con las otras.
- Alejandro Terán: es arreglista y multinstrumentista argentino. Premio Konex de Platino 2015 como arreglista popular. Diseñador de innumerables proyectos musicales desde 1985: Gustavo Cerati, Charly García, Gustavo Santaolalla, Joan Manuel Serrat, Sexteto Irreal y muchos otros.
- Javier Casalla: Icónico violinista argentino. Colaborador habitual de Gustavo Santaolalla, fundador de Bajo fondo, concertino de los Episodios Sinfónicos de Gustavo Cerati y violín primero de Charly García en su proyecto 60 x 60. Participó en innumerables proyectos de música popular en Argentina y en el mundo entero.
- Julio Domínguez: es violinista y violista sanjuanino formado en la International Menuhin Academy. Integrante del prestigioso y multipremiado Cuarteto Gianneo y de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, ha participado también en numerosos proyectos de música popular y experimental.
- Karmen Rencar: es cellista nacida en Novi Sad (Serbia) y afincada en Buenos Aires. Formada en la Muzicka Skola Isidor Bajic y en la Academy of Arts Novi Sad. Integrante del Quinteto Grande y del dúo Kapai.
Divergente rompe con lo académico: su estilo busca expresar cuatro personalidades individuales en diálogo anárquico y espontáneo, sin caer en una homogeneidad interpretativa.
Terán lo define como un “dispositivo ácrata”, donde cada concierto es imprevisible, único, casi una comunión entre los músicos y el público. Buscan una experiencia colectiva, donde incluso se “rompa la cuarta pared” y el público se convierta en parte de la atmósfera.
Desde su creación el Cuarteto Divergente ha realizado más de 100 conciertos, encuentros performáticos, que fundan una nueva manera de pensar los cuartetos de cuerdas. Los mueve la ocupación de espacios no convencionales: sesiones musicales entre una puesta fabril, museos contemporáneos, ensayos abiertos y recitales a lado del río o entre los cerros, con amplificación de manera acústica.


Entre sus presentaciones más recientes, está la junio de 2024, que hicieron en el Centro Cultural Borges, interpretando piezas de sus espectáculos Centauro y Los Misterios. La de abril de 2025 que tocaron en Comunidad Refi de Rosario, presentando su repertorio experimental ante un público curioso y entregado.
También formaron parte del ciclo “Jueves Vivos” en el Teatro Argentino de La Plata, donde compartieron escenario con Ferni presentando Centauro, un espectáculo que tensionaba lo animal y lo humano de manera feroz y sofisticada.
Además se presentaron en Los Galgos, Art Lab, Galpón de Guevara, en el Konex, en el teatro Coliseo, en las escalinatas del Abasto, en Casa Brandon, en Feliza, en el Parque de la Estación (barrio de Once), en el Lollapaloza en San Isidro y hasta en el Paseo de los Colorados, Purmamarca, en Jujuy, en el Carnaval de las Luces junto con Rocío Manzur y los Chancha Vía Circuito.
También hicieron la peli “La Trampa” que dirigió Mariano Dawidson, donde estuvo como invitada estelar Charo Lopez, Benito Cerati, BB Asul, Ca7triel & Paco Amoroso, Zoe Gotusso, Taichu y Chita, que se estrenó en septiembre del 2021, en el entonces, Centro Cultural Kirchner.
Todos son músicos de trayectorias excepcionales. Entre sus últimas colaboraciones estuvieron Dillom, Lali, Louta, Twin Peaks, Lito Vitale, Angela Torres, Luciano Supervielle, Lucio Mantel.
Lo que sucede en cada encuentro es irrepetible. El Cuarteto Divergente tiene hondura y levedad. Es humor sobrio y de una honda naturaleza humana y social. Sus interpretaciones de obras maestras flotan sobre los restos de la civilización moderna, las catedrales góticas en llamas, los sótanos del rock de los ochenta y las trastiendas de las academias.
Ritual divergente: el concierto.
Solo bastaron cuatro atriles, dos cajas amplificadoras como monitores para que los músicos se puedan escuchar y dos micrófonos de pie para dar comienzo al rito musical.
Entre ironías y cuerdas, comienza el show con visuales de cielos ficticios y espacios reales. La vibración de las cuerdas se adueña del espacio.
Insisto, no pidan cordura en este relato, pues este concierto no la tiene por ningún lugar. Es solo sentir.
Alejandro Terán nos introduce amablemente a la próxima interpretación: “El espacio lineal no existe, no existe entre espacio y tiempo… y el mar siempre está ahí”. Segundo “tema”, nos lleva a un mundo oriental, con sonidos clásicos de la China Imperial. Las visuales se tiñen de rojo con peces koi que invaden la escena… llevándonos a ese mar sin tiempo. Logran una interpretación sentida… con detalle y entrega.
“Bosque, pinos altos. El viento los mueves. Una chica hermosa con rostro de dolor y esperanza”. Relata Terán. Y de fondo un gato girando en 360°. Entre meme y psicodelia. Ellos se mueven, se conmueven y se vuelven a mover. Cuando se le pone emoción a lo que se hace, se nota. Y llega.
“Cuando me lleven a un campo de trabajo, solo ahí recordare que soy un desviado social… social dejare de ser cada vez que el sonido de las cuerdas interrumpa mi alma” Las imágenes muestran una divergencia emocional, casi una psicodelia del alma. Las medusas y las anémonas de mar siguen al ritmo de la música. Las vibraciones de los violines -como el malbec de mi copa- son sonidos que embriagan.
Los cuatro parecen respirar a la vez, aunque cada uno lleve su pulso personal. Javier Casalla es el alquimista del violín. Histriónico, es quien le da el contrapunto en el pase de comedia a Terán. Sonríe, en todo momento. Está atento al disfrute y conexión de sus compañeros. Y no se olvida de conectar y disfrutar él.
Karmen Rencar, es de Serbia. Recién llegada de su tierra natal, “siempre duda en volver, pero siempre regresa. Ese barco de inmigrantes que la trajo, suena entrando a un nuevo puerto desconocido sobre aguas rosadas” … relata Terán. Lo que se siente, no se explica. Y emociona hasta las lágrimas. Como a Karmen que no puede contener su nostalgia.
Julio Domínguez es el encargado de cuidar y darle vida al segundo violín. Parece el más convergente de todos, pero no. “Desprestigiado los que vendrán y los que están ya no me importan más” … y suenan los violines y más fuerte el chelo… y la viola irrumpe por encima de los demás. ¿Creo que suena Soda Estéreo, [me confirman por dos “fuentes” que no]… No sé, lo sigo dudando, los acordes me abrazaron y Cerati, como en todo momento de magia en mi vida, sé que se quiso apresentar. Como monos abrazados, como ese amor etéreo, como esos abrazos olvidados, que uno no sabe si fueron ficción o realidad.
Las medusas laten al ritmo del dramatismo musical; es que suena Beethoven y la Séptima Sinfonía Divergente. Dicen que no era bailable… pero Casalla dice que sí y mueve el pie y su cuerpo siempre al compás. Baila sentado desafiando el qué dirán.
Johanna Wilhelm, es quien ilustra el sonido y las vibraciones de las cuerdas. Sin ella, el concierto no tendría sentido visual. Suma creatividad y poesía visual para poder reinterpretar lo musical.
Terán sigue presentando las próximas composiciones: “Romeo y Julieta o la controversial Calígula del ´79, mostraba decadencia, brutalidad y locura injustificada… como ahora… templos columnas que ya no pueden sostener ningún imperio más…” relata. Ni ninguna Nación, agrego.
“Inevitable del destino, la fatalidad. La intervención de las cuerdas de Charly García” enuncia el director; “hoy Doctor García” corrige con humor Casalla. Tuvieron el honor de tocar con él, “otro cuerdo sin cuerdas, otras cuerdas sin cordura”. Y el vuelo creativo de la libertad, de aves que aletean, de esa locura libre” que las cuerdas hacen al vibrar…
Y otra vez visuales, cambian a volcanes que erupcionan…y nubes que se entremezclan con la lava eterna de esas nubes…que sobrevuelan el volcán…
“Tantos odios para curar y tantos odios descartables” introduce Terán … y esta vez a Virus, los acordes creados por Julio Moura y Federico Moura, en algún lugar del tiempo anacrónico, siempre vigentes, de ese “Amor Descartable”.
Un vals de libélulas acuáticas entre cardúmenes de flores, distópico, nos adentró en la siguiente composición. Retratos de Marlene Dietrich, la mujer “más valiente del mundo” agrega Alejandro. Mujer pacifista que cuidaba de sus sueños. Y su retrato, entre lo rizomático de los hongos o lo alucinógeno de sus sueños, pero cuidados por ella… mientras suena el dispositivo de 16 cuerdas en ese sinfín de vibraciones, el encuentro atávico entre el ser humano y la música sin mediar palabra, donde todo pasa por primera y última vez al mismo tiempo.
Se acerca el final, se presiente. Terán enuncia que “Borges dijo el fin del mundo podría darse sin que nadie se dé cuenta. Vivimos en una realidad fragmentada, en ese mar pixelado, en esa realidad de comienzo y final”. El sonido de las cuerdas, ejerce una atmosfera diferente, las ondas sonoras rozan el cuerpo que devuelve materia y enigma, es un código sonoro que fusiona el tiempo presente con el punto de fuga hacia el futuro.
Se despiden finalmente con “Misifus” o “Micifuz”, un tango de los años 30, compuesta por Avilés y Maroni, e interpretada por Carlos Gardel. La letra del tango, que se centra en la superficialidad y la decadencia moral, describe la vida de un personaje que busca mantener una fachada de apariencia a pesar de su realidad y la critica de un padre a su hijo, que lo dejaba trabajando para irse de “farra”. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
Las partículas de música estallan en el aire como un buen augurio, las melodías finales son melancólicas, tratados sonoros y existenciales que atraviesan la cuarta pared para ubicarse allí, en ese territorio donde la música no es de nadie y es de todos.
En la Carbonera no hubo concierto: hubo un rito de cuatro voces que se fundieron en una sola memoria. Dieciséis cuerdas, multiplicadas en un solo cuerpo, que hicieron del Divergente, más que un concierto: un pacto secreto.
Y, como toda música verdadera, sigue sonando aun cuando el silencio ya se instaló.
Quizás ahí empiece la verdadera partitura.
Voz de Terán, en primera persona.
Sus palabras como instrumento, sus respuestas como umbral.
GF: Alejandro lo de anoche se sintió especial…
AT: Gastón, gracias por venir a la Carbonera. Fue una reunión especial anoche, estuvo muy intenso el ritual Divergente.
GF: ¿Por qué Cuarteto Divergente? Más allá de que están “un poco locos de creatividad y belleza musical” … ¿de dónde surge el nombre?
AT: Este paper de la Wiki define certeramente lo que consideramos “pensamiento divergente” (a partir del primer uso del término por Guilford en 1956). Lo encuentro tan interesante que creo que es mejor linkeártelo directamente en vez de intentar explicarlo en pocas palabras: https://en-m-wikipedia-org.translate.goog/wiki/Divergent_thinking.
Todo lo que contiene el artículo me ha servido de base e inspiración para el diseño del cuarteto y creo que explica casi integralmente mi idea. Te recomiendo muy intensamente recorrerlo hasta el final porque creo que es útil y revelador más allá del cuarteto en sí.
GF: Entiendo que no hay repertorio previamente armado, sino que lo deciden en la prueba de sonido, pero que temas son los que le dan cierta contención a esta experiencia
AT: El “cuarteto de cuerdas” es un solo instrumento de 16 cuerdas accionado por cuatro personas. Esas personas tienen su psicología, sus cambios de humor, sus “días”. Para que esa expresión pueda manifestarse libremente decidimos no fijar ni los repertorios ni mecanizar la ejecución: en el Divergente el asunto se trata de percibir los cambiantes humores de los demás e intentar navegar en el presente continuo. Por eso no ensayamos ni fijamos repertorios más allá de un orden mínimo: media hora de training previo a los conciertos nos pone en cierto conocimiento de cómo vienen los demás en el sentido emocional y tratamos de empatizar o bien, por qué no, de ir por la contraria.
GF: ¿Es posible haber reconocido unos acordes de Gustavo Cerati? ¿O mi oído me fallo?
AT: Una buena parte de mi vida profesional la he hecho en colaboración con Gustavo Cerati. Toqué en los últimos conciertos de Soda Stereo, diseñé y dirigí los Episodios Sinfónicos, grabé el Verbo Carne en Londres y participé en muchos otros proyectos con Gustavo. Javier Casalla, de hecho, fue el primer violín de los Episodios Sinfónicos. Pero según recuerdo ayer no tocamos material de Cerati. Pero sí lo hacemos habitualmente.
GF: Como curador, ¿siempre me pregunto si aún los conciertos tienen algún hilo conceptual o que los lleva a elegir ciertas piezas para esta curaduría musical?
AT: Más que una curaduría o concepto regente, los materiales que decido escribir para el cuarteto llegan a las carpetas por pura neurosis, no hay ningún dispositivo racional que los defina. Así puede convivir un Adagio de Borodin con un fragmento de cuarteto cordobés como La Gaita de Drácula (Mona Giménez, Cuarteto de Oro).
Anoche la ensoñación divergente pasó por fragmentos de Chilly Gonzales, Badalamenti, Dvorak, Gardel, el Dr. Charly García, Morricone y Sakamoto, Luca Prodan, Beethoven… Más que una lista de temas se trata de una especie de Frankenstein de situaciones “cosidas” y oníricas, porque se trata un poco de que el público reconstruya la interpretación libremente, como un juego de asociación.
Sobre La Carbonera
Espacio intimista, que lo tiñe de exclusivo y sofisticado. Antiguo teatro más bien del circuito under. Según relatan, era un antiguo depósito de carbón de 1800, de aquel que traían del puerto. Pero no, parece que estaba a mitad de cuadra y allí solo funcionaba un almacén, según “una vecina de 86 años del barrio. Pero siguen manteniendo la mística, de que funcionó allí una carbonera” nos cuenta Viviana, gerente de operaciones del lugar.
Servicio esmerado, vajilla de calidad y publico experimentado: entre filosofas, españoles, arquitectos, letrados, músicos, extranjeros y descubridores de espacios nuevos en la ciudad, se ensamblan en un ambiente cálido. Espacio con historia, que se amalgama sin resistencia a los “toques” de modernidad. Se ve limpio. Nuevo. Sorprende su acceso, no por la ochava de la esquina (Balcarce y Carlos Calvo), si no por un lateral. Tras una buena y cálida recibida, nos adentramos en un lindo ambiente: un recibidor con ventanales de colorido vidrio repartido de piso a techo abraza la escalera que guía a la terraza. La sala de teatro, el entrepiso para los palcos da aspecto de cabaret berlinés pero sofisticado. Con capacidad para 100 plazas, la carta está bien. No sorprende con excentricidad, apuestan a lo clásico, pero bien hecho.
Y esas mismas escaleras más arriba, nos llevan a la terraza vidriada cubierta, la vedette del lugar; con propuesta gastronómica de fuegos: parrilla a la brasa, cocina a la chapa y horno a leña. Una palabra que define el todo es la prolijidad. El salón cuenta con mesas de madera, isla central con sillas altas y una barra que se extiende a lo largo del lugar. La cocina es a la vista.
Están en proceso de darle vida, de dejarlo crecer y que forje su personalidad, su identidad. Planean after offices con dj sets de vinilos y ofrecen servicio completo de 09 a 02 am (desayunos con pastelería y panadería casera elaborada en el día, brunchs, almuerzos, meriendas y cenas). Es un buen espacio para sorprender y dejarse sorprender.
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