Por Gastón Fournier — Art Curator & Artfluencer
En un formato pop up que desborda lo efímero, la muestra articula investigación, territorio y gesto afectivo para pensar cómo lo vivo retorna siempre en nuevas formas.
Hace unos pocos días llego una invitación de Alejandra Britos. Ella es “LA PR” del arte. La convocatoria en esta oportunidad era un desayuno de prensa, para conocer y conversar con seis mujeres que forman parte un grupo de investigación artística llamado Poème y presentaban su trabajo anual que titulan FRACTALES. Esta es su segunda edición.


Este grupo crea y trabaja en conjunto, apoyándose mutuamente y articulando su labor, con la Fundación Arte con Voz, creado por unas de las artistas del colectivo: Claudia Iturralde, que impulsa proyectos vinculados con el arte y la educación. Poème se nutre del trabajo de campo de Arte con Voz y Arte con Voz de las investigaciones de Poème.
POÈME es un espacio de estudio, investigación, divulgación y exhibición del arte contemporáneo. Un lugar de pensamiento donde posibilitar la exploración de distintas maneras de concebir la relación entre el arte, los artistas, su público y los relatos que los unen.


Trabajan en conjunto con investigadores filósofos, antropólogos, sociólogos y educadores.
En la edición 2025, POÈME presenta FRACTALES Vol. 2, el pulso de lo vivo, una muestra que nos invita a recordar que toda transformación conserva algo de su origen, con un ritmo propio de expansión y repliegue. Cada obra, cada vínculo contiene la estructura invisible de un patrón más vasto: el eco de lo que ha sido, el germen de lo que será.
Así lo entienden, y trabajan desde esa conciencia, las seis artistas cuyos trabajos se presentan. Cinco de ellas estuvieron presentes en la edición 2024 (Cynthia Carllinni, Marcela Ferrero, Luisa Freixas, Claudia Iturralde y Ángeles Jacobi). En esta edición se suma, además, Soledad Costantini.
FRACTALES Vol. 2 propone un recorrido por las correspondencias secretas entre los cuerpos, las materias y las formas del tiempo. Las obras reunidas en la muestra no sólo representan el mundo, sino que lo continúan. En su multiplicidad habita el todo. Anuncia la gacetilla de prensa.


En la “era de la apropiación” el arte, se viene apropiando de espacios no tradicionales, para desplegarse. La muestra se hizo a modo de pop up de tres días, en los antiguos estudios del Canal Rural. Hoy también funcionan oficinas.
Yo me encontré con otra cosa: la sensibilidad y la femineidad en estado puro de seis amazonas del arte. En primera instancia conversé con Mariana Sánchez es la que lidera este proyecto. Lo que más me llamo la atención de este grupo de investigación, que no es una muestra “porque si” … ellas tienen un propósito… definido: el gesto de “devolverle” algo de todo esto que nos llega en la vida, pero transformado. Y por nosotros. Es un acto afectivo de feedback, pero modificado por la creación de uno.
Algo de esto resuena en las palabras del texto curatorial de Sofia Di Scala: “Nada se repite idéntico. Lo que vuelve, vuelve transformado”, cita de un anónimo japonés.


En el corazón de esta edición, FRACTALES Vol. 2 se revela como una meditación sobre la continuidad de lo vivo. No hay obra aislada, sino respiraciones que se enlazan, gestos que se repiten en distintas escalas de sensibilidad. Cada artista encarna una forma de ese pulso cósmico que une materia y conciencia: la selva como matriz, el tiempo como textura, el tejido como memoria, la geometría como calma, la forma como espíritu, la imagen como aire. En esa trama interdependiente, el arte no representa —prosigue— la vibración secreta del universo.
Bajo esta mirada, es que pude recorrer con otra sensibilidad y perspectiva esta muestra: la de devolverle a ese momento un poco de ese tiempo artístico para con el otro. Y que se sienta transformado. Logré conversar con tres de ellas Claudia Iturralde, Marcela Ferrero y Cynthia Carllinni.
Claudia Iturralde ofició como curadora o líder del grupo. Su forma simple de devolverle al vellón de lana la belleza de lo natural, generando un entramado, “nuevos caminos como los que todos buscamos” –relata ella, para devolverle vida en fieltros de gran tamaño.

De gran tamaño también son sus esculturas centrales de la muestra: una nuez (símbolo de prosperidad) y tres huevos gigantes en una “pelopincho”: su radiografía familiar, una imagen congelada en el tiempo de sus tres hijos disfrutando una tarde de verano.
Con Marcela Ferrero, logramos un encuentro de intimidad artística, que pocas veces ocurren en los vernissages atestados de conocidos, curiosos y “eventeros”. Marcela arquitecta, radicada hace más de treinta años en Ginebra, Suiza. Sus estructuras lineales, aun se perciben en ese deber ser arquitectónico, pero paródicamente, lo hace sobra una mariposa, simbología de la transformación. Y una vez, más lo fractal de una mariposa me marca -como en mi vida- que todo está bien.
Y encontrar en esas especies de mandalas a mano alzada, los anillos de los años de arboles, esos mismos que denotan vida y experiencia vivida como la de Marcela.
Lo orgánico se enaltece en las obras de Cynthia: lo charme de las vidas en la naturaleza, la abeja reina y adoquines intervenidos con hormigas, casi representando ese doree fake del trabajo duro de las mismas.


No quiero dejar de hacer mención del trabajo de Soledad Costantini. Si bien no tuve la oportunidad de conversar con ella, la sensibilidad de sus fotografías en capas, casi como los estadios propios del agua. Fotografías de gran tamaño, sólidas y de una belleza natural desarticulan la función documental de la fotografía para situarla en un territorio de experimentación visual. Obras de marcada presencia en el espacio, como ella.
La instalación de Angeles Jacobi, representa su prueba y error de su búsqueda. Y lo más perturbador, el acto de destejer para subsanar. Para “devolver” una vez más algo más perfecto y transformado.
Freixas, invoca la selva como matriz vital; la fuente. Desde donde todo sale y regresa. sus collages y xilografías de hojas, tallos y sus trazos, devienen en su selva interior, como evoca Di Scala, en su texto.
Quizás eso sea lo más conmovedor de FRACTALES Vol. 2: entender que el arte no busca solo perdurar, sino mutar. Estas seis mujeres —tan distintas entre sí como necesarias en conjunto— no exhiben obras: ensayan un modo de estar en el mundo. Devolver, transformar, trascender. No hay nada efímero en este pop up; lo que vibra aquí no se apaga con el desmontaje. Como todo lo vivo, volverá en un espiral de belleza que necesitaba que alguien la contara con alma. En otras formas, en otros cuerpos, en otras miradas—, recordándonos que la belleza, cuando se comparte, se multiplica.
Créditos fotográficos: Gabriel Altamirano
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