Una ciudad de tela que invita a tomar decisiones y habitar contradicciones

Arte Textil, Artistas, Galerías, Noticias

Por Candelaria Penido. IG: @candepenido

Otorgarle un espacio a la suavidad entre tanta rigidez, concreto y cemento es parte de la premisa de Jorge Pomar con su instalación inmersiva y maleable, Soft City, en Quimera Galería.

Una muestra que se gira en torno a la ciudad: sus formas, texturas y sensaciones mientras las contradicciones florecen.

Paredes que se mecen. Ladrillos de alfombra y mensajes que gritan desde letras en tiza. Una ciudad subterránea que coexiste con las calles palermitanas que rodean a la galería. Recorrer Soft City es perderse dentro del laberinto propuesto por el artista; es adentrarse en una maqueta gigante y dejarse llevar por este mundo en que convive el encierro y la apertura, lo estático y el paso del tiempo, mensajes de amor y de odio, lo que vienen dado y lo que podemos alterar y crear. La tensión conquista las calles blandas de Pomar invitándote a perderte dentro.

Como buen hijo de arquitectos, el artista encontró inspiración en su infancia y los juegos de luces y detalles no le son indiferentes. Y de hecho, nos los comparte. Invita a su público a recorrer su propia ciudad, a la vez que indudablemente nos preguntamos por la propia: ¿cómo será mi ciudad? ¿Qué es una ciudad?

“Una ciudad nace de un cruce de caminos, de una encrucijada que se forma bajo los pies del que se detiene aunque sea un segundo frente a una decisión: ¿qué camino tomar? El punto de partida siempre es el cuerpo y la imaginación. Así, en el encuentro de al menos dos posibilidades (derecha o izquierda, atrás o adelante) o dos destinos, nace una ciudad. La ciudad toma forma y se actualiza en la acción de caminar. Caminar por las calles es hacer un ritual propio de un lenguaje común, en la reinterpretación de una trama colectiva relativamente organizada a priori. Deformamos esa trama cuando caminamos sin rumbo con el deseo de perdernos, cuando marchamos por lo que nos parece justo, cuando bailamos en la calle con nuestrxs amigxs o desconocidxs, cuando escribimos paredes que están prohibidas. Cuando ensayamos atajos, más para inventar caminos que para llegar más rápido. Así multiplicamos las posibilidades del territorio existente, lo hacemos blando, suave, moldeable a nuestros ojos, y a nuestros deseos” Nos contestan las palabras de Lupita Baliño en el texto curatorial.

La elección del material no es aleatoria. Lo textil nos acerca, hasta dan ganas de tocar esas paredes suaves como de alfombra que conquistaron las originales de la galería.  Con la expectativa a flor de piel, intentamos adivinar qué esconde la próxima esquina. Ilusión que Google Maps se dedicó a destruir, alterando la forma en que nos relacionamos con la ciudad, quitando la perspectiva del perderse caminando sin rumbo.

El artista confiesa que la exposición invita a sus visitantes a dejar su propia huella. Paredes de tela de dos pisos, los ruidos de la calle que se filtran por el ventanal que da a la vereda y una pared de pizarrón que, con reminiscencias al grafiti, propone que entre todos, construyamos esta ciudad soft; Pomar convoca al arte urbano en modo ritual. Palo santo, una velita y miles de oraciones coronan este recorrido. Frases como “elegí bien tus miedos” o  “del oro lado del muro está la luz”, se conjugan con el típico “no me baño” que se luce en miles de paredes de los barrios de la capital.

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