Por Lujan Gambina. IG: @lupegambina
Es el año 2032 y Jesús camina entre los hombres, como uno más. Reflexiona, sufre, se hace preguntas que ni él mismo alcanza a responder.
Soy Cristo Rey crucificado. Estoy en la penumbra. Esta frase será el puntapié de muchos de los párrafos de Las actas de Cristo, libro publicado por Enero Editorial yescrito por Héctor Pitluk. En esta obra, que no se deja encasillar en un único género, el autor nos presenta, en primera persona, a un Cristo mundano, terrenal, y especialmente reflexivo.
Aquel del que se cree que tiene todas las respuestas, es presentado por Pitluk como un hombre más, con las mismas contradicciones que acompañaron a los hombres por los siglos de los siglos. Presto a cumplir sus primeros dos mil años, Cristo reflexiona acerca del libre albedrío, los deberes y la libertad de elección. Se pelea contra algunas de las acciones que ha llevado adelante su padre. Habla de su mujer Magdalena como lo haría cualquier otro hombre en la faz de la Tierra.
Rememora tanto la aventura de las Bodas de Caná como haber probado aquella invención de la Coca-Cola que hiciera su padre. Recuerda anécdotas de sus amigos, Juan, Marcos, Lucas y Pedro, y se pregunta por la impresión que ha dejado en ellos, y cómo ellos lo cuentan al mundo. Ese mundo que nació luego de su propio nacimiento.
Mi padre ha planeado y sus planes no siempre se realizan, no siempre son justos, a veces son contradictorios. Mi misión es que se cumplan aunque no siempre concuerdo con ellos” reflexiona este Cristo con casi 2000 años sobre la Tierra en algún pasaje de la obra de Héctor Pitluk publicada por Enero Editorial.
Cristo comparte alguna anécdota de Cortazar, el origen de las piezas musicales de Beethoven y sus dudas acerca de la distribución del poder entre los hombres. ¿será el juicio final algo más que una metáfora? Vale la pena recorrer las páginas de Las actas de Cristo para al menos acercarnos a ésta y otras dudas y paradojas que esta obra acerca.
Héctor Pitluk nació en la ciudad de San Martín (1956), provincia de Buenos Aires. Durante el colegio secundario, comenzó su militancia política. También participó en frentes barriales y sindicales.
Fue cadete de la fotógrafa Annemarie Heinrich, operario gráfico y taxista.
En 1976, se exilió en Brasil, donde trabajó como fotógrafo y se graduó como Licenciado en Física.
En 1985, regresó a la Argentina. Al poco tiempo dejó el doctorado en Física y se mudó al campo. Por esos años, empezó a escribir.
Actualmente, reside en Azul, y se dedica a la producción agropecuaria, la docencia y la literatura.
Ha publicado notas en periódicos nacionales y locales, y ha escrito novelas y libros de cuentos aún inéditos.
