La artista argentina explora en su nueva muestra la dualidad de la naturaleza humana a través de la reutilización de desechos industriales y objetos de consumo masivo.
En “Dinamita Carnaval” Elisa Insua recurre a la reutilización de materiales desechados para crear esculturas monumentales que interpelan las contradicciones inherentes al desarrollo tecnológico e industrial. Estas piezas destacan la capacidad tanto creativa como destructiva de la humanidad. Elementos como motosierras, dinamitas y picos mineros son resignificados en esculturas que provocan reflexiones sobre la ecología y el impacto de las actividades humanas en el medio ambiente.
Elisa Insua, tal vez en parte haciendo uso de sus conocimientos como Licenciada en Economía, es que aborda este tipo de temáticas con frecuencia en sus muestras. En 2022 presentó “Sugar Coated Lies” en el Kyoto Art Centre de Japón, una serie que cuestionaba la desigualdad económica mediante esculturas elaboradas con golosinas. Previamente, en 2021, su muestra “The Path of Least Resistance” en Nueva York abordó cómo las reglas económicas moldean el comportamiento humano.
Marina Furlanetto, en su texto curatorial, describe el trabajo de Insua como “un provocador guiño hacia la ecología política de los desechos plásticos”. Este enfoque se evidencia en sus esculturas que, a través de la transformación de residuos, invitan a una reflexión sobre el consumismo y el impacto medioambiental. La muestra, además, cuestiona el concepto de progreso, presentando un análisis crítico de sus efectos en las futuras generaciones.
Elisa Insua en la escena del arte contemporáneo
Además de su exposición en Galería Acéfala, Insua participará en Affair 2024, una feria de arte colaborativa y autogestionada que busca acercar el arte a nuevos públicos. La artista exhibirá junto a Erik Arazi en un evento que reunirá a 15 galerías y un espacio gastronómico, con entrada gratuita, promoviendo la accesibilidad cultural.
Texto curatorial de “Dinamita Carnaval” completo:
Por Marina Furlanetto
“Jamás somos nosotros los que afirmamos o negamos algo de la cosa, sino que es la cosa misma la que afirma o niega en nosotros algo de sí misma.”
Baruch de Spinoza, Tratado breve, II
La vida cotidiana siempre ha sido una fuente de inspiración para el arte, y el arte, a su vez, es una auto ficción que se entrelaza con la realidad. Consideremos nuevamente el espacio vital como un ensayo sobre lo posible. La imitación anticipada del futuro puede manifestarse sólo como un acontecimiento y no como una cosa. Los artistas del futurismo y del dadaísmo producían hechos artísticos que revelaban la decadencia y la obsolescencia del presente. En este contexto, Elisa Insua presenta una serie de obras que hacen referencia a la decadencia en la que estamos inmersos actualmente, envuelta en brillos, luces y colores festivos.
Insua explora en sus obras la dualidad de la naturaleza, tanto creativa como destructiva, del ser humano. Emerge de los descartes, de las falsas alegrías. Rinde homenaje a aquellos elementos de la industrialización y el consumo masivo, erigiéndolos en monumentos para la apreciación, la contemplación y la memoria. Una memoria que hoy pareciera imposible concebir y, al mismo tiempo, ejerce un provocador y juguetón guiño hacia la ecología política de los desechos plásticos.
Una fuente constituida por motosierras, dinamitas y picos mineros son recreadas en mármoles suntuosos que eyaculan semen petrolífero. Un martillo neumático, revestido con brillos plásticos y metales ornamentales, se invierte para transformarse en rascacielos, en mira telescópica, en tótem fálico. El motor de combustión interna, que se alimenta de hidrocarburos, aparece como ícono de aquello que nos propulsa y, a la vez, como una muerte lenta de la cual no podemos escapar.
Un gigantesco meteorito verde, recubierto de placas electrónicas, simboliza la extinción humana provocada por la tecnología. En él se encuentra una elegante perforación cilíndrica que evoca las perforaciones utilizadas en las canteras para alojar explosivos y extraer bloques de piedra destinados a la construcción.
En su conjunto, esta serie de obras de Elisa Insua constituye una especie de muestra arqueológica futura, repleta de ruinas y vestigios de nuestro convulsionado presente. Al margen de su innegable atractivo estético y de la forma afectiva con la que nos relacionamos con esta encantadora y peligrosa materia-energía, el conjunto fuerza a cuestionarnos: ¿Qué clase de entorno nos estamos dando? ¿Qué opinarán de ella nuestros descendientes? Qué aspectos elegirán recuperar o conservar y con qué fines… bellos o sombríos?
Fotos: Siesta
