Algo está a punto de terminar. El mes, un ciclo, el año, tu vida, yo, yo en tu vida, mi vida y vos. Es así todo el tiempo. El final se encadena con el principio, y desde un lugar remoto desciende una nave que trae a La Manzana Cromática Protoplasmática, los aterriza en el Konex y ellos que bien saben de principios y finales se despachan con un show infinito.
Suspendidos en el tiempo, como si el almanaque fuera la más cruel de las creaciones humanas, construyen el clima. Una orquesta de personajes que amasan el sonido hasta hacerte entrar adentro, volverte nota musical, tono, cadencia, compás. Otro planeta en este planeta. El escenario se deforma, la escena surrealista delira la mente. El placer de corear, de bailar y cantar descaradamente.
“Dale que es hoy, mañana es el apocalipsis”, agita el Botis antes de Barriletes. Tan acertado que se derrite la razón y los corazones estallan. De los diálogos estrambóticos con el público nace la consigna de “agite total”, que queda en el loop y es la delicia del final.
Como en un lienzo vivo, alguien proyecta dibujos sobre la pantalla. Dibujos espiralados, en continuo, en continua transformación. Un dibujo sin final. “No se tiene que entender, se tiene que suponer”, quizás de eso se trate, quizás así termine lo que está a punto de empezar.
Crónica: Lupe Gambina