La obra Deep See Blue Surrounding You, de la artista Laure Prouvost, es una creación surreal y utópica.
El pabellón francés en la Bienal de Venecia es un majestuoso templo estilo Beaux Arts con columnas. Pero los visitantes este año encontrarán su puerta principal cerrada.
En lugar de ingresar por ahí, tendrán que entrar por una puerta trasera y luego atravesar un sótano, subir una escalera destartalada y entrar en una sala donde cáscaras de huevo, colillas de cigarrillos, teléfonos celulares viejos y otros desechos sobresalen de un piso de resina azul traslúcida.
El curador del pabellón francés dijo que la postura política de Prouvost se observa en su surrealismo (Gianni Cipriano para The New York Times).
En la siguiente sala, donde asientos de auto y sillas de jardín parecen fundirse en arena, verán un video de casi media hora de un viaje por una ruta tipo sueño desde los suburbios de París hasta Venecia, en auto, caballo y barco, donde figuran un ciclista desnudo, una banda de instrumentos de viento metálicos que marcha por las calles y un mago que hace levitar muebles.
Esta instalación, Deep See Blue Surrounding You, es obra de la artista Laure Prouvost, quien, por varias razones, es una elección improbable para representar a Francia en la muestra de arte más prestigiosa del mundo. Para empezar, como admite, su francés no es bueno.
“Hablo francés, pero como una niña”, dijo en su estudio en Amberes, Bélgica. Abandonó Francia al irse de su pueblo natal, cerca de Lille, para estudiar de adolescente, comentó, y nunca regresó.
Desde entonces, Prouvost, a quien se le otorgó el Premio Turner en Gran Bretaña en 2013, estableció su carrera en Gran Bretaña y Bélgica. Tuvo muestras individuales importantes en Beijing, Múnich, Nueva York, Londres y Amberes, pero sólo una exposición individual en Francia, el año pasado.
Y, sin embargo, le ha hecho honor a Francia en la Bienal. El pabellón fue ampliamente elogiado como uno de los más impresionantes de este año, y fue el tema de conversación en la semana de preestreno este mes, cuando los críticos y coleccionistas llegaron a Venecia.
La obra de Prouvost a menudo consiste en instalaciones de inmersión que incorporan videos, y señalización que en ocasiones da instrucciones (“Favor de sentarte aquí para ahogar tu pena”). También hay muchos gobelinos, pulpos y senos incorpóreos.
“El público se vuelve muy cómplice en el ambiente que ella crea”, comentó Hana Noorali, de la Galería Lisson. Dijo que Prouvost “invierte las arquitecturas, en algunos casos literalmente, para crear un ambiente más surrealista”.
Muchas veces Prouvost “cambia la manera en que entras a un espacio y luego lo recrea en una obra de video, así que lo que estás viendo es en realidad un reflejo de que lo que ya experimentaste”, señaló Noorali.
El video que es central a su instalación en Venecia reúne muchos de los elementos que ha explorado en obras anteriores. En su viaje errante, lleva consigo a varios viajeros, como un sacerdote de Burkina Faso, un maestro jardinero francés jubilado y un bailarín gabonés-francés. Las palabras de los viajeros son dichas en francés, inglés, italiano, árabe y holandés.
En una parte de la película, nadan en el Mar Mediterráneo, donde contemplan las vidas perdidas en esas aguas —de refugiados y migrantes que trataban de llegar a Europa. Desde allí, nadan a los canales de Venecia, y finalmente llegan al pabellón francés.
“Toda la idea era una especie de viaje por la ruta subconsciente de quiénes somos”, dijo Prouvost. Quería “examinar las ideas de la representación y de Francia”.
“Su política existe en su ficción, en su surrealismo y en su narrativa”, afirmó Martha Kirszenbaum, que ofició de curadora de la muestra de Prouvost en Venecia.
“Está más interesada en la sociedad a su alrededor, pero las problemáticas sociopolíticas son capas subyacentes en su obra”, agregó. La idea de la utopía es muy importante para este proyecto. Es como una posibilidad ideal de cómo podríamos quizá vivir juntos”.
Prouvost dijo que parte de la creación de mitos en su arte tiene que ver con “tratar de rechazar un pasado o el peso de la historia al crearla o reinventarla”.
Desde que empezó a trabajar en la Bienal, sus amigos le han dicho que su francés ha mejorado, indicó, y se siente más francesa ahora.
“Soy de donde soy, pero al final, en el video, digo: ‘somos como aves que no pertenecen a ninguna nación’”, dijo.