Lucy Patané agotó 3 fechas consecutivas en el Richards con la presentación de su disco homónimo.
Sube y ya no queda espacio más que para ella. Su dominio excelso del milenario arte de la música, su forma superadora de crearla, ejecutarla y compartirla. Su aura irrepetible. Ella, prócer en el mundo del indie, en la manera de hacer y gestionar independiente. Ella, de sonrisa esquiva, pero de manos ávidas en las de 12 cuerdas.
Por fin este disco. Por fin la presentación de su disco. Jueves inaugural de agosto en el barrio de Palermo. Un silencio majestuoso se hace caer cuando sube al escenario. El Richards es, por tercer jueves consecutivo, agotado por sus fieles. Eso somos hoy, vinimos a venerarla. Acá estamos, en estado de entrega, que se retribuye en espejo. La banda de Lucy: carolazelaschi , mene_savasta y melinaxilas, los “hermanos menores adoptados” Pedro Bukalov & Nahuel Briones y Rosario Baeza, invitada en violines.
La propuesta es clara, no va a haber covers, van a ser los 12 temas que componen el disco homónimo de Lucy Patané. Todo sucede rápida pero intensamente, honda, vivaz, enérgicamente. El público canta los temas de un álbum que se está presentando por primera vez, saltando con el corazón entre las manos y las bocas prendidas fuego.
Me guardo para siempre la idea de que “hay que bancar la música instrumental” y el detrás de escena de Dock Sud: “es para que al conurbano no le teman, sino lo abracen”.
Si admirar es definido como contemplar con interés y placer algo de cualidades extraordinarias, esta fecha corona la tríada de noches donde les admiradores pudimos calentarnos al fuego de sus canciones y venerarla como bien se merece. Seguiremos entonces esperando más de su fuego, más fechas, y más discos. PD. Lamento todo lo que no registré en mi cámara porque no pude no poner el cuerpo al servicio del placer del momento.
Recomiendo seguir a Nadia Guzman, que tiene un lente único para el indie.
Crónica: Lupe Gambina
