El reconocido corredor artístico del sur porteño celebra su 24° aniversario con una jornada comunitaria y nuevos planes de intervención urbana.
Un emblema de arte público en Buenos Aires, el Pasaje Lanín de Barracas reafirma su vínculo con los vecinos y proyecta su futuro.
A 24 años de la primera intervención del artista Marino Santa María, el Pasaje Lanin se consolida como uno de los hitos culturales más singulares de la ciudad. Esta calle de apenas tres cuadras, donde conviven arquitectura, arte abstracto y memoria colectiva, es hoy un museo a cielo abierto que no ha perdido su identidad barrial.
Desde 2001, el proyecto suma capas de historia, mosaico y participación vecinal, transformando lo cotidiano en experiencia artística.
Un gesto personal que se volvió obra colectiva
Todo comenzó en abril de 2001, cuando Marino Santa María decidió intervenir el frente de su casa-taller en la calle Lanín, donde vivió desde niño. Aquel primer mural —pensado como una forma simbólica de “limpiar” las paredes que había manchado con pelotazos— dio origen a un fenómeno de arte público sin precedentes.
Con el paso del tiempo, los propios vecinos solicitaron ser parte de la intervención, y el pasaje fue convirtiéndose en una obra extendida, en la que cada fachada dialoga con las demás. Hoy, más de 40 viviendas forman parte de este corredor artístico en el corazón de Barracas.
Arte, urbanismo y permanencia
Con el correr de los años, el proyecto fue mutando: de las pinturas originales se pasó a mosaicos venecianos, más duraderos y resistentes. Actualmente, un gran porcentaje de las fachadas ya adoptó este nuevo formato, y el objetivo es continuar esa transición. También se incorporaron mejoras como veredas nuevas, luminarias LED y el compromiso de preservar el adoquinado original.
Santa María, que dirigió la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y fue impulsor del IUNA, asegura que siempre cuidó que cada casa mantuviera su estilo arquitectónico original. Así, el Pasaje Lanin de Barracas no solo es una obra de arte: también es una lección de conservación urbana.
24 años de historia compartida
El sábado 19 de abril de 2025, vecinos y visitantes se reunieron para celebrar los 24 años del pasaje con un almuerzo comunitario “a la canasta”. La propuesta, impulsada por el propio Santa María, retoma una antigua tradición del barrio, cuando una vez al año los vecinos compartían una comida en la calle.
Este tipo de celebraciones ya tiene antecedentes: en el festejo por los 20 años del Pasaje Lanín, por ejemplo, se realizó una jornada de arte en vivo y recorridos guiados que convocaron a cientos de personas. Hoy, a cuatro años de aquel evento, el espíritu colaborativo permanece intacto.
Más allá del festejo, el artista reafirmó su compromiso con el proyecto: “La idea es seguir pasando las pinturas a mosaico y sumar una luminaria hecha en mosaico transparente a cada casa”.
Un símbolo porteño con alma de barrio
Aunque es una parada habitual en eventos como La Noche de los Museos y figura en mapas turísticos, el Pasaje Lanin en Barracas ha logrado preservar su esencia. Probablemente porque la transformación artística surgió desde adentro: de un vecino que fue niño en esas veredas, de una comunidad que hizo propio el proyecto y de una calle que se dejó habitar por el arte sin perder su identidad.
Para 2026, en su 25° aniversario, Santa María imagina una gran celebración, pero no olvida lo fundamental: que el arte público sirva para fortalecer vínculos, resignificar los espacios y construir memoria.
